Sebastien Loeb es el primero en admitir que de niño no tenía demasiadas perspectivas sociales o profesionales.
Sebastien Loeb es el primero en admitir que de niño no tenía demasiadas perspectivas sociales o profesionales.
Con sus propias palabras, estaba más interesado en las motos que en las chicas, no tenía una idea clara de lo que quería hacer con su vida, y sus inicios con los coches estuvieron plagados de problemas, todos se rompían “misteriosamente”. No se interesó por los rallyes hasta que tuvo 21 años, lo que supone un inicio increíblemente tardío.
En lo que Loeb si que obtuvo un reconocimiento fue en la gimnasia, donde entró rápidamente cuando se lo propusieron a través una escuela de niños prodigio en su ciudad natal, Haguenau (empezó cuando tan solo tenía tres años), hasta llegar a la competición de nivel nacional, en la que llegó a situarse quinto de Francia.
Su padre también fue un conocido gimnasta, lo que inspiró a Sebastien a practicar una disciplina que probablemente ha contribuido significativamente a su posterior éxito en el Campeonato del Mundo de Rallyes de la FIA con Citroën.
“Me lo he preguntado muchas veces”, afirma el ocho veces campeón del mundo, Sebastien Loeb. “Creo que la respuesta es que las habilidades que aprendí en gimnasia no suponen una diferencia, porque pilotar un coche de rallyes es muy distinto a las barras paralelas, pero hay otras cosas que aprendes, como la disciplina y el equilibrio, que probablemente ayudan”.
A pesar de todo, hay algo en lo que tiene una clara ventaja: Loeb es famoso por hacer volteretas en el podio de vez en cuando, al gana un rallye. Y sería interesante ver a cualquier otro piloto intentando hacer lo mismo sin hacer el ridículo en público…