Sí, todos somos Nicky Hayden. Y el título de este artículo no es una forma más de hablar, de recordar al piloto fallecido, es una verdad. Pensémoslo, todos cometemos errores, todos nos ponemos -de una u otra forma- en la carretera; todos cometemos errores que podemos pagar muy caro.
Ayer por la tarde fallecía Nicky Hayden. El piloto de motos, campeón de MotoGP en 2006 y actual corredor del mundial de Superbikes, no podía superar las heridas causadas por su atropello cuando iba en bici y fallecía en el Hospital de Cesena.
Nicky Hayden había sido arrollado cinco días atrás cuando, en las inmediaciones del Misano World Circuit Marco Simoncelli, practicaba ciclismo, una disciplina que muchos pilotos de velocidad utilizan como entrenamiento. Según se puedo saber, el piloto estadounidense se saltó un stop, por lo que el conductor del vehículo no pudo evitar el impacto; además, también se ha publicado que iba escuchando música.
Lo de Nicky Hayden nos puede pasar a cualquiera de nosotros
La tragedia del piloto de treinta y cinco años debe abrirnos los ojos. Cada año, en Costa Rica muchos ciclistas son arrollados por un vehículo y pierden la vida. Ya sea como hobby o por necesidad, ir en bici conlleva unos riesgos de los que hay que ser conscientes. Las imprudencias en carretera siempre se pagan.
Exceso de velocidad, no prestar atención a la carretera, no hacer caso a las señales de tráfico, no informar de nuestros movimientos al volante, adelantar en lugares prohibidos, no respetar las distancias mínimas de seguridad… Son solo algunos de los errores que se cometen al volante y que se pueden corregir.
Pero no solo los ciclistas deben extremar las precauciones, también los conductores de cualquier tipo de vehículo. Al igual que siempre hay que ir atento en carretera, se tenga o no preferencia en la zona, con un ciclista hay que respetar siempre unas condiciones de seguridad mínimas. Por ellos, pero también por nosotros mismos. Peatones y conductores de motocicletas también deben comprender el mensaje.
Nicky Hayden tenía toda una vida por delante para disfrutar de su familia, sus amigos, sus pasiones. Como él, tantos otros lo tenían a su alcance hasta que el destino apareció. En nuestra mano, en la de todos, está trabajar para evitarlo.