F1

La guerra silenciosa entre Nico y Hamilton

Guerra silenciosa entre Nico y Hamilton

Fernando Tornello asegura que Nico Rosberg ya no es el “chico bueno” de la Fórmula 1 y se pregunta si Lewis Hamilton podrá con el alemán cuando decida regresar de su “viaje”.

Por Fernando Tornello

El chico bueno pateó la mesa, mientras el chico malo juega al distraído.

Esa fue la primera síntesis que se me ocurrió cuando me senté a escribir esta nota. Los resquemores entre Hamilton y Rosberg comenzaron en 2014, cuando Nico estaba muy concentrado en la pelea por el título con su compañero de Mercedes. Los dos ganaban, los dos conseguían poles, pero llegó la carrera de Spa y todo cambió.

En aquel Gran Premio de Bélgica, Rosberg lo tocó desde atrás a Hamilton y eso produjo la debacle del británico. También fue uno de los puntos más bajos de la relación entre ellos. La carrera se la llevó Ricciardo, Nico terminó segundo y se fue con 29 puntos de ventaja en el campeonato. Todavía faltaban siete rounds más de la pelea, la iba a ganar el inglés.

La guerra verbal la había comenzado Hamilton un tiempo antes. “Yo vengo de una vida humilde, él vivó siempre entre glamour y coches fastuosos”, había dicho, buscando desestabilizar a su compañero. Todo vale en F1, hasta los comentarios bajos y despectivos. La gloria se la lleva uno sólo y tapa todo.

La historia de 2015 fue diferente. Rosberg se mantuvo siempre detrás, parecía dominado. La tercera victoria consecutiva en Mónaco salvó su honor pero no impidió que Hamilton alcanzara el título en Austin, tres fechas antes del final.

Esas tres carreras de cierre las ganó Rosberg, parecía producto de la relajación del campeón, que se dedicó a la buena vida. Hasta ahí se justificaba. Cuando el arranque de 2016 mostró que todo seguía igual comenzamos a buscar las causas. Rosberg no era Rosberg y Hamilton no era Hamilton.

El deseo de desconectarse de la F1 y vivir su vida, con todo derecho, parece haber alejado a Lewis de las victorias. Los errores se suceden. Largó mal en Australia y Bahrein. Rosberg es una aplanadora. Dos victorias en las dos carreras parecen mostrarlo en una faceta más dura, más firme.

Se sacudió al chico bueno de encima y se va transformando en un ‘animal’ de la F1. Es lo que precisa para ganar el campeonato.

Cuidado, faltan todavía 19 grandes premios, una vida, pero Nico lleva cinco triunfos claros consecutivos. Con esa cifra nadie perdió un título, aún contando que las consiguió en años diferentes.

La máquina de rumores o ‘Radio Boxes’ comenzó a funcionar. Algunos dicen que Mercedes favorece a Rosberg, que éste es su año. Otros creen que Hamilton se tomó unas vacaciones dentro de la temporada.

Creo más en esta teoría. Lo que no puedo asegurar es a qué Rosberg se va a encontrar Hamilton cuando decida regresar del ‘viaje’ y ponerse a trabajar. Tal vez sea más duro de lo que piensa, a pesar de que siempre lo subestima y le dedica comentarios despectivos.

Para terminar, no puedo dejar de recordar algunas actitudes de otros grandes campeones. Senna vivía intercambiando data con los ingenieros, no descansaba hasta encontrar el mínimo detalle que le aportara una mejora al auto, hasta se separó de su primera esposa para no pertubar el camino al objetivo.

Schumacher cerraba el box de Ferrari muy tarde a la noche y su apetito voraz de títulos no se detuvo. Ya conocen los resultados. A Hamilton, coronarse le costó menos sacrificios. Ahora eligió vivir como un mexicano en el DF, un paulistano en San Pablo o un árabe en Bahrein. En el último par de años corrió contra un único rival a la vista, su compañero.

El mismo que parece ahora decidido a cambiar la historia. Son dos estilos diferentes, dos actitudes de vida enfrentadas, el bueno y el malo.

Mientras tanto, Ferrari comienza a mostrar que está más cerca en carrera y espera que los chispazos en la relación de sus adversarios se transformen en verdaderas fallas eléctricas. Es mejor así para la F1.

Vía MotorSport

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