La que van a leer ahora es una de esas historias que hacen del mundo un lugar mejor. La cuenta Carla, una pasajera de taxi que lleva un abuelo orgulloso de su nieto, con un gran secreto (para sus nietos). Víctor Albán, de 84 años, de 17 horas hasta el cierre del cine está siempre en el exterior del centro comercial de Ecuador Riocentro Ceibos. Dejamos a la responsable de que su relato se haya hecho viral contarles…
“Ya me había llevado antes, entonces confiaba plenamente. En esa ocasión, me había contado que vivía con sus nietos y que él era el único sustento de su casa. Los padres de los niños habían fallecido y a él le tocó hacerse cargo de ellos. El trabajo de él les daba sólo para comer“, comentaba Carla en Twitter.
“Esta vez, me contó que su nieto mayor ya estaba en la Universidad. Era becado por buenas calificaciones y ahora trabajaba y estudiaba para ayudarlo a él y a sus hermanos. No puedo explicar el orgullo con que me lo dijo, pero ciertamente era contagioso. Mientras me llevaba a casa, me contó cómo su situación como taxista había mejorado: El Universo le había hecho un reportaje y una fundación lo había ayudado a arreglar su carro, que se estaba cayendo a pedazos”, añadía.
“‘Ahora ya no me da vergüenza llevar pasajeros’, me dijo sonriendo.Nadie se sabe mi nombre, pero todos me dicen ‘abuelo’. Incluso clientes que son tan viejitos que no pueden ni caminar. Y yo me río”.
“Obvio, yo también me reí. Creo que nada me preparó cuando al final me dijo que ahora tenía cáncer a la próstata. Lo tiene desde hace tres años. Los médicos le habían dicho que sólo duraría uno, pero dios aún no me quiere allá”, recordaba.
“Casi me pongo a llorar. Aún no le he dicho nada a mis nietos. A ellos aún les ha golpeado la muerte de sus padres. Cuando me ponga peor, les voy a decir”, señalaba.
“Me contó, también, que ahora prefiere pasar su tiempo dentro del Riocentro, porque el aire acondicionado le hace mejor que estar fuera en el sol. Cuán grande tiene que ser el amor a tu familia para poder soportar esto. Yo no me imagino amando ni siquiera la mitad de fuerte de lo que ama él. Y me sentí pequeñita”, declaraba.
“Al final, terminé pagando 15 dólares por el viaje desde Riocentro Ceibos hasta mi casa, que está en Ceibos. Fue lo único que se me ocurrió hacer y aún así siento que no es suficiente. No sé si toda la bondad del mundo alcance para este señor”
“Tampoco sé muy bien a quién le estoy hablando o si siquiera alguien me está leyendo. Pero si hay alguien, si vives en Guayaquil y vas a Riocentro Ceibos, pregunta por él. Todos lo conocen. Pídele una carrera“.
“El auto es incómodo, viejito y sueña mucho al andar, pero te juro que va a valer la pena por la compañía. Me agradeció unas seis veces, de lo que pude contar, y me dijo que la próxima vez que no tuviera dinero le diga y me traía a mi casa sin recargo“.
“Ya con esto me compro las medicinas. Yo soy jubilado, pero en el Instituto Ecuatoriano de la Seguridad Social no hay lo que necesito tomar. Entonces con el trabajo me los compro”.
“Entonces estoy escribiendo este hilo para mí misma. Para recordarme que siempre que piense que el mundo es una mierda, hay al menos una persona que lo hace un lugar mejor. Y esas personas merecen más de lo que el mundo les pueda ofrecer”.
“Pensé que el abuelo se iba a enojar conmigo porque, cuando conté esto, nunca pensé que se iba a hacer viral. Se portó un amor. Parece que se enteró porque en Facebook copiaron mis tuits y los señores del Riocentro le contaron”.
“Me dijo que le había incomodado un poco que canales y radios se hayan acercado. No le gusta dar entrevistas. Se rió y me dijo que yo era famosa. Lo que no sabe es que el famoso es él, no yo“.
Fotografía: Francisco Bravo, El Universal.
Me había quedado pendiente esto.
Aquí están los datos del abuelo para las personas que habían querido hacer la donaciónSi pueden RT a este tuit para que llegué a más gente. pic.twitter.com/vxzMCcH8di
— carla, yassified sisyphus 🌸 (@intelectuaIoide) January 18, 2018
