Es el pasajero de la parte derecha del auto, del que se olvida a menudo el nombre. El copiloto, el maestro de la navegación, tiene un papel primordial en el auto. Este año en el Dakar, su trabajo ha alcanzado una importancia aún más grande.
Vencedor sorpresa de la octava etapa del Dakar, el lunes, el francés Mathieu Serradori (Century) destacó el trabajo de su copiloto, Fabian Lurquin.
“Fabian me mantuvo sobre el trazado toda la jornada”, explicó.
Esencial, la función del copiloto consiste en anunciar claramente y en el momento justo lo que se va a encontrar el piloto en el recorrido.
Para ello, el copiloto no se separa nunca de su road-book, un librito de varias decenas de páginas con pequeños dibujos que indican los obstáculos a venir.
Hay que leerlo, descifrar y después transmitir estas informaciones a su piloto durante la etapa, con las sacudidas de un ritmo que puede alcanzar los 200 km/h.
Más vale llevarse bien con el copiloto y que exista una confianza total entre los dos.
Trabajo en equipo
Con sus trece victorias en el Dakar, Stéphane Peterhansel (Mini) tuvo este año un inicio difícil con su copiloto portugués Paulo Fiuza.
“Monsieur Dakar” debía en principio estar asociado a su mujer Andrea, pero ésta tuvo que renunciar a última hora por motivos de salud.
Un francés y un portugués que se comunican en inglés, se tradujo en unas primeras etapas difíciles. “Vamos mejorando un poco”, señaló Peterhansel a mitad de carrera. “Pero seguirá siendo un poco complicado navegar juntos”.
Además de la barrera de la lengua, el dúo debe también administrar diferencias de método.
“No es únicamente un problema de comunicación, es también un problema de anuncio de notas, de precisiones. Hay que compenetrarse perfectamente, tiene que ser una unidad con el copiloto, y por el momento no es completamente el caso”, explicó Peterhansel.
Este año, el Dakar introdujo una dificultad suplementaria, distribuyendo a los participantes el road-book la misma mañana de la etapa en lugar de la víspera, para doce tramos cronometrados de doce.
“Descubrimos todo lo que llega sobre la marcha”, explica Mathieu Baumel, copiloto francés del catarí Nasser Al-Attiyah (Toyota), último campeón.
Ahora, “esto añade un poco de estrés ya que hay que ir a buscar puntos sin saber dónde van a estar posicionados”, detalla.
“Por tanto, hay que saber integrar todas estas informaciones y dárselas al piloto rodando al ataque. Es eso lo más duro”, añade Baumel.
“Hay que reflexionar todavía más rápido. Ya que ese trabajo, lo haces durante la carrera en el momento de explicar (al piloto) lo que ves en el road-book con respecto a lo que él ve en realidad”, se extiende.
Este cambio fue recibido con prudencia por los equipos, pero parece que ahora cuenta con una mejor acogida de forma unánime.
“Cuando se nos dijo que íbamos a tener el road-book solo la misma mañana, me dije que íbamos a perder el valor añadido que puedo aportar al equipo en comparación con los colegas. El copiloto ha sumado un grado suplementario”, concluye este trabajador en la sombra al servicio de Al-Attiyah.
Por: AFP