¡La bestia se renueva! Con un nuevo Nissan GT-R 2017 en ciernes ha llegado el momento de ver este vídeo, hacernos muchas preguntas, y tal vez resolverlas. ¿Hasta qué punto ha mejorado? ¿Estamos ante cambios sustanciales, o pequeñas mejoras para perfeccionar lo que ya habíamos visto anteriormente en el Nissan GT-R? Ya os decíamos en nuestro “a fondo” del Nissan GT-R 2017 que todas las mejoras de esta actualización se resumen en dos: confort y deportividad. Solo por eso es probable que estemos ante una de las evoluciones más importantes que ha vivido el superdeportivo de Nissan desde su lanzamiento en 2007. Nissan además promete que su sonido ha mejorado significativamente, ¿será cierto?
Son pocos los aspectos que nos hubiera gustado que fueran mejorados en el Nissan GT-R, y todos ellos podrían resolverse de manera relativamente sencilla. Uno de los aspectos más importantes era el del sonido. El Nissan GT-R goza de un sonido contundente, pero es probable que te sepa a poco tras comprobar sus prestaciones y percatarte de que la rapidez, el aplomo, y la brutal capacidad de tracción que ofrece lo sitúan en el Olimpo de los superdeportivos, entre máquinas que suenan como auténticas fieras, con motores de ocho, y hasta diez cilindros. Motores a cuyo lado el Nissan GT-R podría sonar – con perdón – a lavadora. Pero todo ello con un presupuesto de poco más de 100.000€ (ver precio del Nissan GT-R 2017).
Por su naturaleza, la de un deportivo muy potente que extrae toda su potencia de un motor de seis cilindros sobrealimentado por partida doble, no íbamos a esperar que su sonido se equiparase al de un V8 o un V10 atmosférico. Pero basta una modificación tan “sencilla” como una nueva línea de escape para conseguir resultados que, sinceramente, han llegado a convencernos. Y esa es precisamente la razón por la cual Nissan habría optado por un escape de titanio, que ofrece un sonido más agresivo y contundente, y que trabaja al unísono con un sistema Active Sound Enhancement que intenta transmitir con mayor efectividad ese sonido al habitáculo – empleando sistemas electrónicos – para que el piloto se vea inmerso en la conducción.