“La Bestia de Turín” nació en 1910, con el objetivo de batir el record de velocidad vigente en aquella época. Su hito sería el de alcanzar 290 km/h – alucinantes las cifras – en 1912. Un siglo más tarde, el Fiat S76, más conocido como “La Bestia de Turín”, ha vuelto a encender de nuevo su motor de 28.5 litros, a quemar combustible a un ritmo insultante y a asustarnos con su traqueteo, su rugido y sus llamaradas.
El británico Duncan Pittiway se hizo con el chasis de una de las dos unidades fabricadas, que aparentemente estaba abandonado en Australia. Lo unió con el motor, aún conservado, de la otra. El primer arranque tras la restauración del motor es simplemente impresionante.
Tan impresionante como este primer paseo, en el que se aprecia que será de todo menos confortable y que más le vale a sus pasajeros llevar tapones para los oídos.