AFP / Nuevo propietario, nuevos bólidos, pero no estará el campeón vigente, Nico Rosberg, para defender su título: la Fórmula 1 se pone en marcha el domingo en Melbourne, con el Gran Premio de Australia, en una nueva era.
Los estadounidenses de Liberty Media, que posee ahora los derechos comerciales, prometieron convertir la F1 en el “entretenimiento”. Pero antes de la revolución anunciada, son sobre todo las monoplazas más potentes las que deberán asegurar el espectáculo. Y el suspense, en la carrera por la sucesión del joven jubilado Nico Rosberg.
La revolución Liberty Media
Las revoluciones buscan hacer caer los reyes, y la que busca Liberty Media comenzó así. Anunciada en septiembre de 2016 y finalizada en enero de 2017, la toma de control de la F1 por el gigante norteamericano de las comunicaciones causó, apenas unos días más tarde, la caída de Bernie Ecclestone, que reinaba desde finales de los años 1970.
La “nueva salida” prometida por Chase Carey, patrón de Formula One Group, sigue una filosofía: Más carreras, más espectáculo, más transparencia.
Los aficionados ya se dieron cuenta en los ensayos de Barcelona, donde equipos y pilotos pudieron publicar en las redes sociales imágenes captadas en el paddock, lo que al antiguo “Boss” no le gustaba.
Pero para ver cambios en el formato de las carreras y en la repartición de los ingresos, habrá que esperar a que expiren los Acuerdos Concorde, que rigen el funcionamiento deportivo y financiero de la F1 hasta 2020.
Monoplazas más competitivos
La verdadera revolución de la temporada 2017 será sobre todo en cuanto a la reglamentación técnica, revisada con el objetivo de mejorar las actuaciones y ofrecer más emoción a una disciplina que ha perdido alrededor de un tercio de su público en cinco años.
Los nuevos monoplazas, más largos y más bajos, prometen una mejora de tiempos de 4 a 5 segundos por vuelta. Los ensayos de Barcelona ofrecieron un indicativo de este potencial, con nueve pilotos (Räikkönen, Vettel, Bottas, Hamilton, Massa, Verstappen, Sainz Junior, Hülkenberg y Ricciardo) por debajo del mejor tiempo en carrera del australiano Mark Webber (Red Bull), logrado en 2010.
Entre otras cosas, con neumáticos más largos y menos sensibles al uso, la carrera podría jugarse más sobre la pista que en las paradas en boxes.
Para añadir espectáculo, los pilotos coincidieron en decir que estos nuevos bólidos son más complicados de domar y que los errores no se perdonarán.
Queda por ver si permitirán los adelantamientos. Con su forma alargada, distancias de frenado más cortas y una pérdida de solidez aerodinámica en las rectas, particularmente detrás de otro vehículo, nada es seguro.
También destacan las posibilidades de revisión ofrecidas a los motores. Un límite más flexible se ha fijado a cuatro motores por piloto y temporada.
¿Será suficiente para permitir a sus rivales atrapar la ventaja de Mercedes? La respuesta llegará el 27 de noviembre en Abu Dhabi, tras veinte grandes premios (uno menos que en 2016, la temporada más larga de la historia).
En busca del sucesor de Rosberg
Un campeonato sin su último vencedor es algo que no había ocurrido desde 1993. Como Nico Rosberg este año, el francés Alain Prost se retiró tras ganar su cuarto título mundial.
Para suceder al alemán, su excompañero británico Lewis Hamilton, frustrado en 2016 por no haber podido lograr una cuarta corona (tras 2008, 2014 y 2015), se presenta una vez más como favorito.
Su escudería, Mercedes (triple campeona del mundo consecutiva en pilotos y constructores), no ha mostrado sus cartas, tras haber firmado el tercer y cuarto puestos de los ensayos de pretemporada, detrás de los dos Ferrari. Se conoce la tendencia de la escudería alemana de no mostrar todo su poderío en la pretemporada.
Es difícil de imaginar en un primer momento que el sustituto de Rosberg en Mercedes, el finlandés Valtteri Bottas (9 podios pero ninguna victoria), cambie el orden establecido.
Para la lucha con Hamilton, tal vez haya que estar más pendientes del alemán Sebastian Vettel (Ferrari), cuadruple campeón del mundo con Red Bull (2010-2013) pero que no ha ganado una carrera desde 2015, o del australiano Daniel Ricciardo (Red Bull), tercero en 2016.