Walter Flores junto a varios colaboradores trabajó en los años 80s en la agencia Mercedes-Benz Costa Rica, reparando todo tipo de autos, desde sedanes hasta 4×4 de la marca sin embargo, un día le tocó trabajar en un exclusivo Mercedes 300 SL Alas de Gaviota, convirtiéndose en uno de los pocos centroamericanos en revivir un modelo que en la actualidad ronda los $2 y $3 millones.
Este deportivo es uno de los carros más importantes de la firma de la estrella ya que, fue el mejor ejemplo de la vuelta a la normalidad por parte de la deprimida Alemania de Post-Guerra.
El 300 era ese modelo con el que se recuperaba el tiempo perdido, una obra de ingeniería que demostraba que Alemania en general y una marca como Mercedes en particular todavía tenían mucho que decir en el Siglo XX, que no estaban derrotados ante el mundo.
Nacido como una evolución del Mercedes 300 SL (W194) de carreras que destacaba por la construcción ligera de su chasis tubular en aluminio en 1950, apareció en 1954 en el marco del Salón de Nueva York, dejando a la prensa especializada perpleja.
El éxito fue instantáneo y la gente quedó impactada de su poderosa imagen exterior, de su potente motor y de sus capacidades dinámicas, sin renunciar al lujo clásico del fabricante. Fue el primer Mercedes de este tipo en ser fabricado para ser vendido fuera de su mercado local comercializando de los 1.400 ejemplares iniciales, 1.100 en EEUU en solo unos meses, los demás, fueron llevados a otros países.
Aterrizando en nuestro protagonista y de la mano de Flores, el ejemplar que pisó tierras nacionales llegó desde Cuba donde se encontraba abandonado en una bodega, al parecer, ex propiedad de Fulgencio Batista, militar y dictador cubano entre 1940 a 1944 y dictador de 1952 a 1959.
“En esa época cuando llegó al taller, nos comentaron que ese gobernante lo escondió en medio de la revolución cubana para que nadie lo pudiera encontrar”, expresó el experto en enderezado y pintura.
De la mano del gerente general de la época de Mercedes en el país, aterrizó en tierras nacionales en un estado descuidado y con un golpe bastante importante en la parte posterior, por lo que la restauración fue una tarea más que difícil para Flores y compañía.
“Automercantil era en los 80 lo que ahora es AutoStar, con el tema de comercialización de autos Mercedes, reparación y venta de repuestos. Nosotros fuimos encomendados a desarmarlo, dejarlo desnudo completamente y traer desde Alemania los repuestos originales para poder pasar el chequeo de un ingeniero alemán que llegó desde la fábrica”.
Expresa que fue un trabajo en equipo con la participación de 8 personas aproximadamente y solo su persona, le habría dedicado unas 900 horas en el apartado de carrocería y pintura.
“La reparación fue muy detallada y exhaustiva, por ejemplo el pasaruedas fue traído desde Alemania ya que esa pieza estaba totalmente despedazada. El nuevo componente venía con los estándares requeridos y hecho totalmente a mano, mientras que los detalles de enderezado y restauración de la lata se realizó con estaño”.
Comenta que el haber laborado en esa empresa lo llevó a ser muy delicado con su trabajo, e incluso, al final de la restauración tras varios meses de sudor, lágrimas y pasión, el propio Gerente General de la compañía le regaló un carro a escala igual al real, en reconocimiento al perfecto trabajo que realizó junto al equipo.
Dice que una vez terminado, fue llevado a una exhibición al Cariari, donde este “Mercedes 300 SL Alas de Gaviota“, fue el protagonista. Al transcurrir unos minutos del evento, un hombre con aspecto árabe se acercó a Eckhart Puschendorf, dueño del carro y le puso un cheque en blanco en referencia de compra, por lo que se negó a venderlo.
“Si puedo describir el haber trabajado en este carro con una palabra sería orgullo ya que, saber que aunque no está en el país, debe de estar en el garaje un feliz dueño o incluso en un museo, no sé exactamente cuál es el paradero del carro pero, donde quiera que se encuentre tiene un pedazo de mi vida, mi trabajo y sobre todo mi corazón”, expresó Flores con gran felicidad apreciando las fotos que tiene de recuerdo.