Clint Eastwood es un actor como la copa de un pino y un director de sobrado reconocimiento. Personajes como Harry el Sucio son ya míticos en la historia del cine, y muchas de sus películas, tanto frente a la cámara como detrás de ella, son objeto de culto. En ellas siempre hay algo especial, y en el caso que nos ocupa hoy, la obsesión del protagonista gira en torno a un precioso Ford Gran Torino que, en la ficción, Walt Kowalski ama con todo su corazón porque él mismo ensambló la columna de dirección en la planta de Detroit. Obviamente el detalle de haber sido fabricado en Detroit no es real, pero encaja en la película y con el personaje principal.
Walt (Clint) lleva su pasión por un Ford Gran Torino de 1972 al extremo cuando alguien quiere hacerse con él. Este Gran Torino, por otro lado, es completamente real y su anterior propietario tardó 5 años en restaurarlo por completo. Incluía opciones como las llantas ‘Magnum 500’ y la banda “láser” de los laterales. Es un auto que compró el estudio a través de eBay, y que se quiso dejar tal cual por darle verosimilitud a ese “personaje”, y una vez adquirido tan solo retocaron mínimos detalles como el cromado de algunas piezas, por ejemplo. Como curiosidad, Clint Eastwood lo compró tras el rodaje y ahora forma parte de su colección particular de autos.
Por entrar en detalles, el auto de la película es en realidad un Ford Gran Torino Sport fastback, biplaza. De toda la producción de 1972 en cuanto aTorinos, que ascendió a un total de 496.645 unidades, tan solo 92.033 fueron el modelo Sport. Por eso son un poco más raros hoy, y más valiosos per se, aunque seguramente el film revalorizó considerablemente cualquier unidad en relativo buen estado en el mercado.
Otras curiosidades sobre este modelo es que todos ellos llevaban la toma de aire integrada en el capó, pero no en todos era algo funcional: solo lo era con el extra Ram Air Induction, que por lo demás fue muy poco frecuente. Algunos de los modelos Sport llevaban esas llantas Magnum 500, pero no era tampoco habitual, y la línea ‘láser’ ya existía antes de 1972, pero ese año fue el primero en el que la línea recorría todo el lateral. Pequeños detalles que merece la pena conocer, sin duda.
En cuanto a los motores, se abría la puerta a diferentes motorizaciones pero la base de todas es un majestuoso Ford Windsor de 302 “pulgadas cúbicas”(aproximadamente 5.000 cc, nada menos), de ocho cilindros en V de baja compresión (8.5:1) para mejorar la eficiencia de combustible, algo que en la época marcaba los diseños por motivos obvios, dada la crisis energética que se sufría a nivel global. Eso implicaba que la caballería disponible también era menor que en años anteriores, como es lógico. Otras versiones del motor que se montaron en los Torino Sport de la época son los 351W, 351 Cleveland, el 400 o el 429.
Vídeo: un Ford Gran Torino Sport perfectamente restaurado, al detalle
El Ford Gran Torino cuenta con los ingredientes esenciales para ser objeto de culto, un auto para coleccionistas. Además el propio momento en el que fue fabricado y comercializado el modelo exacto de la película es un momento histórico crucial en el mundo del automóvil, porque marcaba el punto de inflexión entre los grandes muscle car del pasado y los nuevos autos, más contenidos, más ahorradores, menos musculosos en definitiva.
Este modelo sigue transmitiendo la fuerza de aquélla época, unas líneas agresivas y potentes, unos detalles únicos que nos llevan atrás en el tiempo, como si se quisiera resistir al cambio al que le llevaba la historia y la crisis energética, con un motor más reducido en muchos sentidos para consumir menos. Ese es quizás el motivo, como apuntan algunos críticos, por el que elFord Gran Torino del 72 era el auto elegido para el personaje de Clint Eastwood, personaje reacio a los cambios que tendría que vivir en su vida cotidiana, y a los cambios en su barrio.
Quizás por eso es una gran película que recomendar.
PD: como curiosidad, otro famoso Ford Torino fue el de Starsky y Hutch.
Vía DiarioMotor