Desde la Puna hasta la Quebrada de Humahuaca (Patrimonio Mundial), las Yungas y los valles, miles de experiencias en una provincia variada y auténtica. Volcanes, salares, géiseres y lagunas: la aventura se descubre en los paisajes jujeños. Una invitación a recorrer caminos que cuentan la historia del país y que festejan a la Pachamama, entre gente cálida, casas de adobe, callecitas de tierra y noches estrelladas.
Los 4500 msnm en la Quiaca marcan el final del camino que une a toda la Argentina en un recorrido extraordinario que incluye salares, puna, géiseres, lagunas, volcanes y, por supuesto, muchas historias.
En la Quiaca, en el kilómetro 5000 de la Ruta 40, las emociones florecen con fuerza. Se encuentran viajeros que recorrieron mucho camino para llegar acá, a veces incluso desde el kilómetro 0 de esta misma ruta, en Santa Cruz, y otros que se acercan exclusivamente para ver ese hito: es el punto inicial o final del trayecto que une a casi toda la Argentina y no sólo eso, es el punto más alto, con 4500 msnm.
Los paisajes cambian constantemente. Volcanes, salares, lagunas de aguas termales y géiseres son algunos de los regalos que ofrecen estos 500 kilómetros repletos de adrenalina y contacto con la naturaleza que atraviesan la provincia. Y, en semejante altura, es un desafío para superar nuevas metas.
Guías del camino serán los mapas, las lagunas de alturas, la reserva de biósfera de Pozuelos, la puna y la ciudad septentrional de la Argentina, Santa Catalina, más al norte que ninguna otra.
Vale la pena hacer este recorrido en otoño o primavera, cuando las temperaturas no son tan bajas y tampoco hay lluvias fuertes que afecten los caminos, como sucede en verano. En las épocas amigables el viento acompaña sin molestar y los colores cambian a lo largo del día. El sol tiñe el cielo de diferentes tonos y el olor a leña de las cocinas se mezcla con el de la coca, necesaria para encarar las condiciones geográficas.