Los años 80 habían sido estrenados apenas hacía un año, y la seguridad de los autos seguía sin ser demasiado buena. Marcas como Volvo o Mercedes sí habían invertido dinero en el desarrollo de airbags, cinturones de seguridad o zonas deformables, pero en caso de accidente, el comportamiento promedio de un auto generalista era bastante desastroso. DeLorean fue una de las marcas pioneras en seguridad: el DMC-12 tenía zonas deformables y su comportamiento en pruebas de choque era muy superior a la media.
Gracias a su chasis en forma de equis y las zonas deformables, el crash-test de la NHTSA a 50 km/h había sido todo un éxito. Sin embargo, el reto experimental que la NHTSA les propuso era mucho más arriesgado. Un crash-test frontal a 64 km/h, contra una barrera maciza. DeLorean podría probar la seguridad del auto en circunstancias mucho más severas, y la NHTSA experimentaría con la instalación de airbags de origen Volvo en su habitáculo. Realmente era una prueba puramente experimental, de resultado impredecible.
Aunque el accidente se ve aparatoso y el habitáculo se ha deformado visiblemente, en su momento el resultado fue considerado estelar. La deformación del habitáculo no habría impedido la supervivencia de los ocupantes y el airbag funcionó a la perfección. La columna de la dirección se desplazó en exceso, aunque sí fallaron las bisagras de una de las puertas, lo que provocó más deformación de la debida. En cualquiera de los casos, era un auto muchísimo más seguro que muchos competidores, auténticas “cajas de muertos” por aquél entonces.
Para comparar, este otro crash-test realizado al mismo tiempo muestra el comportamiento del DeLorean en un choque frontal a 56 km/h.
Vía DiarioMotor