Mucho se habla de los éxitos de Michael Schumacher, pero poco sobre sus comienzos. En especial, su debut en la Fórmula 1 guarda una historia curiosa.
En 1991 pilotaba en Jordan el francés Bertrand Gachot, que había impresionado por sus top diez y por su victoria en las 24 horas de Le Mans. Sin embargo, sólo dos días después de registrar la vuelta más rápida del Gran Premio de Hungría, se encontró en un tribunal, tras haberse metido en un lío.
A comienzos de 1991, Gachot tuvo un pequeño incidente, que acabó en discusión, con un taxi en Londres. Gachot sacó una lata de gas lacrimógeno, cuando su uso era ilegal en Reino Unido, y se la roció en la cara del taxista.
“Realmente no pensé que llegaría a mayores. Estamos hablando de algo que era realmente insignificante y básicamente yo me estaba defendiendo con el gas lacrimógeno”, comentó Gachot en declaraciones para la BBC.
“Pensé que eso era lo que se suponía que hiciera y nunca lo consideré como un arma. Realmente pensé que estaba en mi derecho y que no había hecho nada malo”, se justificó.
La broma le costó seis meses de prisión e hizo que Jordan buscara a Schumacher como reemplazo, que brilló de forma inmediata y clasificó en séptima posición.
“Yo fui el tipo que estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado, el que le entregó a Schumacher la oportunidad de brillar“, aseguró.
“Alguien en prisión me dijo que el equipo había contratado a un alemán y que ya no me necesitaban más”, continuó.
“Cada vez que pasaba por el frente de mi celda hacía un ruido imitando un auto de Fórmula 1, diciéndome que ese piloto era muy bueno y que ya no me necesitaban“, añadió.
Benetton se hizo con los servicios de Schumacher al descubrir su talento y para cuando Gachot salió de la cárcel, su puesto en Jordan ya lo ocupaba Alex Zanardi.