Niki Lauda es conocido por su escalada hacia el éxito, su accidente en Nürburgring en 1976 y milagrosa recuperación posterior además de sus tres títulos en la Fórmula 1. También se le reconocen méritos colaborando con Ferrari en los años 90 y recientemente su presencia en Mercedes. Menos memorable es su tiempo en Brabham y sobre todo su deserción del equipo y la categoría reina.
En 1979 el austríaco era piloto del equipo que dirigía Bernie Ecclestone. El británico quería pasar a los motores Cosworth V8 más compactos mientras su piloto se mantenía firme en su decisión de apoyar los propulsores Alfa Romeo V12, habituado a los doce cilindros de su época en Ferrari y BRM. Ecclestone siguió sus propios deseos y en el Gran Premio de Canadá, penúltima prueba del mundial, se presentó con los coches montando motores Cosworth.
Lauda no se negó inicialmente a pilotar y salió a dar unas vueltas pero tras constatar que el coche no se comportaba como él quería, dejó el equipo con efecto inmediato. Ecclestone tuvo que buscar una solución alternativa y el gran beneficiado fue Ricardo Zunino, piloto argentino que competía en la Fórmula 1 británica y que había probado recientemente con Brabham.
Zunino acudía al Gran Premio de Canadá como espectador pero no era una casualidad tal y como dice la leyenda. El argentino iba invitado por Ecclestone ya que la relación con Lauda era tensa y más que preguntarse si la cuerda se rompería, la pregunta era cuando lo haría. Zunino tuvo que pilotar el viernes con el casco y mono de Lauda, dando una imagen extraña que se remedió para el sábado.
El fin de semana no fue para tirar cohetes pero el séptimo puesto le valió un contrato para 1980 -que se interrumpió a mediados de temporada por falta de resultados-. Mientras tanto, Nelson Piquet confirmaba que la decisión de Ecclestone de pasarse a Cosworth había sido la correcta, luchando por el título. En cuanto a Lauda, se retiraba de la Fórmula 1 pero pronto volvió al redil…
Vía DiarioMotor