No es nuevo, su orígen se remonta a muchas décadas atrás. Un piloto que llega con dinero al automovilismo y, especialmente, a la F1, siempre fue un bien deseado por algunos equipos.
Leí y escuché a muchos comunicadores lanzar improperios contra Pastor Maldonado, por su montaña de dinero aportada por la petrolera venezolana. ¿Saben algo? Pastor por lo menos ganó un Gran Premio, en España, de manera absolutamente legítima. También es cierto que cometió muchos errores, pero está muy por arriba de la media de pilotos de pago si lo comparamos con épocas que todos reconocemos como las mejores de la F1.
En los dorados años `70 había grandes estrellas en pista, pero también ignotos desconocidos, aportantes de grandes sumas que algunos equipos precisaban. Nombres que jamás escribieron ni siquiera un renglón importante en la historia de F1.
¿Quién recuerda a Richard Robarts, o a Rikky von Opel, por ejemplo? Robarts fue compañero de Carlos Reutemann en Brabham, con el BT44 de 1974. Duró tres carreras hasta que fue reemplazado por un millonario que traía una valija más grande, Rikky von Opel, bisnieto de Adam Opel, fundador de la marca de automóviles que todavía existe.
Rikky había debutado con Ensign en 1973 pero el dueño de Brabham, un tal Bernie Ecclestone, se lo llevó a su equipo, necesitado de dólares. Von Oppel duró hasta que llegó un piloto con clase, Carlos Pace, para acompañar al talentoso y ganador Carlos Reutemann. A propósito, Reutemann había llegado a F1 en 1972 apoyado por varias compañías argentinas.
Y aquí se mezclan algunos conceptos. Los grandes de la F1 también precisaron apoyo en sus comienzos, luego su talento hizo el resto del trabajo.
Emerson Fittipaldi logró sentarse en un Lotus, en 1970, acompañado por un banco de su país. Pronto se transformaría en campeón mundial.
Lauda llevó dinero a March en 1972 y luego puso un millón de schillings austríacos para pasar a BRM en 1973. También llevó sus auspiciantes, entre ellos el agua mineral Romerquelle. Lo que siguió es historia conocida.
Prost no pagó para entrar a McLaren en 1980, pero fue pedido por Marlboro, auspiciante principal del equipo. Iba a retribuir la confianza con varios títulos.
El caso de Ayrton Senna es parecido. Llevó sus marcas a Toleman en 1984, después se pelearon por contratarlo y pagarle fortunas, y se convirtió en el piloto más rápido de la historia..
Hasta Michael Schumacher entró a F1 por un acuerdo comercial que realizó Sauber, equipo para el que corría en el mundial de resistencia, con Jordan. Luego se lo llevó Benetton en una jugada dolorosa para Eddie Jordan. Ya conocen la historia de Michael, con 7 coronas en F1.
Entre los pilotos actuales, los grandes campeones tienen su camino recorrido. Alonso es seguido por el Banco Santander, a Vettel lo apoyó Red Bull, a Hamilton McLaren. Nadie llega sin ayuda.
Queda claro que, cuando el talento es abundante, la paga inicial sólo se precisa para encender los motores, el resto viene solo.
Y si miramos entre los dueños de equipos, también encontramos algún millonario que hacía correr a sus autos para divertirse, como Lord Alexander Hesketh. Participó en F3, F2 y llegó a F1 haciendo debutar a James Hunt, en Mónaco `73. La alianza duró hasta 1975, es decir, hasta que Hesketh se cansó de gastar en autos, pilotos, fiestas, mujeres, champagne, etc. Hunt se fue a McLaren para ser campeón mundial en 1976 y Lord Alexander continuó con pilotos de menores pergaminos hasta 1978. Más tarde fue condecorado y reconocido como Caballero del Imperio Británico (KBE) y todavía se desempeña como político y representante en ´The House of Lords´, la Cámara Alta del Parlamento británico.
Aquella década del `70 fue inolvidable. La mezcla de grandes campeones con pilotos desconocidos era brutal, en pista era peligrosa. Varios equipos seguían los pasos de Bernie, como Lotus, que para 1975 sentó a Ronnie Peterson en la primera butaca, mientras la segunda rotaba entre Jacky Ickx, Jim Crawford, John Watson y Brian Henton.
Es justo decirlo, también hubo casos de pilotos que no brillaron en F1 pero se destacaron con gran valía en otras categorías. Un ejemplo es Larry Perkins, australiano que corrió en 1976 con Brabham, era campeón de la F3 europea 1975, no tuvo éxito y se volvió a su país. Luego ganó títulos de los Stock Cars, venció 6 veces en la prestigiosa Bathurst 1000 y continúa siendo dueño de su escudería en los V8 Stock Cars.
También en la actualidad se notan grandes diferencias. Ya hablamos de Maldonado, también Checo Pérez arribó a F1 con el apoyo del Grupo Telmex, pero su madurez y grandes actuaciones con un auto limitado convencieron a sus detractores.
A otros no les ha ido tan bien. Pasaron decenas de nombres casi sin pena ni gloria. A los de los ´90, como Pedro Diniz, que corrió 98 GPs, hoy se los compara con los Sutil, Yamamoto, Alex Yoong, Karthikeyán, Petrov y tantos otros. Apellidos sobran, lo que es escaso es el dinero.
Toda esta historia me hace pensar que para las áreas de marketing de los equipos siempre ha sido más sencillo exigirle a los pilotos que conseguir sus propios auspiciantes.
Ah . . . y para terminar. ¿Alguien me puede aclarar cuál es la función de Carmen Jordá en la F1? ¡Gracias!
Vía MotorSport por Fernando Tornello, Columnista