Manejar en un óvalo no es nada fácil, que se lo digan a James Hinchcliffe. En el circuito de Pocono, en Pensilvania, lo pudo comprobar, pues estuvo a solo unos centímetros de golpear el muro, cuando iba a una velocidad de 305 kilómetros/hora. Por suerte, una rápida e inteligente maniobra le salvó. El canadiense intentaba en ese momento adelantar a dos de sus rivales y se fue hacia una zona de la pista que resbalaba.
Mal hecho. De hecho, hay un momento en el que se ve cómo pierde el control del coche, pero muy pronto lo recupera, con un preciso giro de volante de 180 grados, que le devuelve a la pista. ¡Benditos reflejos!